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viernes, 15 de junio de 2018

Mi Historia VI, Pa' sali de eso



El año 2006 apuntaba a como muchos en mi vida pasar como si nada, con muchas preguntas y pocas respuestas, pero con la certeza de haber encontrado a un nuevo amigo, Jesús el Señor, y a la vez con mucho miedo pues sentía que cada vez me pedía más, que le entregara más aspectos de mi vida; y debido a este llamado (y a una promesa), hacían ya 8 meses que duro mi preparación (Catequesis) de Confirmación, a pesar que había comenzado la preparación pa’ sali de eso, la preparación me había marcado mucho y me había ayudado mucho a hacer mis renuncias.
Nos disponíamos como grupo a recibir la Confirmación con el aviso del párroco Pbr. Chamberline, que: el obispo estaba compartido entre la Diócesis de Maracay y la Arquidiócesis de Valencia, lo cual hacia que su agenda estuviera muy apretada, entre la agenda del obispo y el lago de Valencia amenazando con inundar nuestras casas, nuestras vidas cotidianas se estaban transformando por completo, en Mata Redonda, parroquia eclesiástica Santísima Trinidad, en la Municipio Girardot de Maracay, Estado Aragua.
Entretanto yo no dejaba de hacerme expectativas todas y cada una basadas en lo que supuestamente yo sabía de lo que era y hacia un obispo, todas en su mayoría ideas sacadas del imaginativo popular, gruñón, mal humorado, elitista y que miraba por encima del hombro.
Seguía sin entender por completo lo que es una Iglesia, lo que es una comunidad eclesial, lo que hace y debe hacer, como debemos vivirla, y como se conforma como nuestra familia celestial en la tierra, nuestro pequeño cielo en la tierra, este misterio es grande, este misterio exige tanto de nosotros que solo unos pocos lo entienden.
Luego de tanto esperar llego el tan ansiado día “La Confirmación es un hecho”. Ese día le vi llegar puntual, como nos lo habían comentado que asistía, pero por los preparativos de la misa no tuvimos contacto con el Sr Obispo sino hasta la misa, en la recepción de sacramento, en el cual para la Gloria de Dios mi Madrina fue Mariale (aquella que tuvo tan buen corazón de predicarme la palabra en uno de los días más tristes de mi vía, tamaño favor), y luego de la misa fue el otro contacto y más prolongado. En esta misa predico sobre “la fe sin obras” de la Carta de Santiago, debo decirles que nunca he olvidado esa predicación, hablo de: cómo debemos asumir las vicisitudes de la vida llevando la fe a la praxis, y como desde cualquiera que fuese nuestro realidad de vida podemos iluminar a otros con nuestro testimonio vivido en obras concretas, en nombre y guiados por la fe en Cristo Jesús.
Luego vino la cena con el grupo de confirmados, a mi en particular me sorprendía la dedicación pues apenas éramos un grupo de cuanto mucho quince personas, sin embargo él estuvo allí, nos dedico toda esa noche, y lo otro que me sorprendió muchísimo fue su sencillez, por cosas de los títulos (como ya le dije, tenía en mente una imagen muy diferente), pensé que la envestidura que ostentaba era o requería de cosas de lujo, o que en caso extremo haría como los políticos, estaría allí para las fotos y listo, pero no, él compartió la cena con todos, y digo todos porque, como algo particular que observe, nos hizo preguntas a cada uno, y se sintió que como en los tiempos del Rabuni, verdaderamente compartió la comida, realmente cenó con nosotros.




Mi encuentro con la Virgen María

Luego del encuentro de los tres encuentros anteriores con el Señor; aunque sinceramente debo decirlo, luego que uno se convierte a Cristo es difícil no entender cada momento en la vida como un encuentro con Cristo Resucitado, pero tres conservo con todo mi corazón, Mi Primera Confesión, Mi Primera Comunión, y Mi confirmación que fueron encuentros certeros con Cristo, además tuve un encuentro con su Madre, el cual he querido relatarles en esta oportunidad.
Ahora lo que marco mi vida luego de la recepción de los sacramentos y que lo reconozco como una gracia que se desprendía como consecuencia de mi la recepción de los sacramento y la fe con la que yo los he recibido cada vez, fue un sueño (aunque no me gusta catalogarlo de sueño), luego de un día de mucha ansiedad, una noche maravillosa, yo sentía la presencia del Señor en cada elemento en cada detalle, me dispuse a descansar, por lo emocionado me fue difícil conciliar el sueño ese día, pero al fin me dormí, pero a eso de las 2 a.m. comenzó el evento (sueño); soñé que: estaba orando al frente de una imagen de la Virgen María, a la que realmente nunca le había tomado mucha atención, la Virgen de la Medalla de la Milagrosa, estando en medio de esa oración llego una señora, la cual me tomo por la manga y me llamaba pidiéndome que la acompañara a casa de una señora que necesitaba mi ayuda, yo en el acto me volteo para verla y cuando bajo la mirada para verla, me fijo en medio de este sueño que estaba vestido de habito negro de sacerdote, y en seguida (seguimos en el sueño), le contesto que si ella me llevaba a donde la hermana yo la podía ayudar; Ella me llevo, llegamos a una casa muy humilde, lo sacaba por la fachada, estaba acostada con muchos quejidos por la dolencia que la llevo a pedir auxilio, entre sin darme cuenta de mi entorno, le impuse las manos a la señora la cual se curó al instante, se arrodillo abrazándome los pies, y me daba las gracias, a lo que yo le indique (al momento que la levantaba del piso), que no me diera las gracias a mi sino a la Virgen que le había hecho el milagro. En esto siento en mi habitación (fuera del sueño), una luz muy intensa, por lo que pensé que era ya avanzada la mañana del día siguiente, de hecho pensé que era cerca de las 12 m, pues estaba en una habitación sin ventana al exterior, y con cortina luminizadas que no permitían el paso de luz, cuando podía divisar algo de luz era porque ya estaba bien avanzado el día, pero esta vez no fue así, al abrir mis ojos quede cegado por esta luz, que salía como de las paredes de la habitación, era una luz blanca, muy intensa, esta fue disminuyendo poco a poco en el centro de la habitación, hasta que desapareció, en el momento que desapareció yo quede con una paz indescriptible, que nunca antes había sentido, una paz que solo podía venir de Dios.
Álvaro Claro

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